El primer aprendizaje de la guardiamarina Borbón Ortiz en alta mar

Leonor y sus compañeros inician su travesía hacia Brasil, un hito formativo en la Armada Española.

Las Palmas de Gran Canaria ha sido testigo esta semana de un acontecimiento significativo: la partida del buque escuela de la Armada Española, Juan Sebastián de Elcano, con una tripulación marcada por su juventud e inexperiencia. Este jueves, zarparán hacia Brasil, una travesía que abarca más de 5.200 kilómetros y que promete ser un verdadero crucero de aprendizaje para los guardiamarinas, en especial para Leonor Borbón Ortiz, quien inicia su camino hacia el deber y la responsabilidad a bordo del icónico barco.

Un viaje hacia lo desconocido

Este crucero representa el primer gran aprendizaje para la mayoría de los tripulantes, quienes han pasado apenas diez días en el mar. Sin haber cruzado un océano a vela antes, las expectativas se entrelazan con la incertidumbre que implica enfrentarse a las fuerzas del Atlántico. Los mismos vientos Alisios que guiaron a Colón en su empresa hacia América, serán ahora sus aliados, aunque también podrán convertirse en causa de calamidades cuando los vientos cesen, dejándolos “varados” en el mar abierto.

El capitán de navío Luis Carreras-Presas, al mando del Elcano desde 2023, enfatiza que "ahora empieza el aprendizaje". La fase inicial de adaptación ha llegado a su fin, y a partir de ahora, los guardiamarinas deben enfrentar un nuevo reto que entregará las primeras lecciones de vida en el océano, donde el contacto con la naturaleza es constante y el ambiente disciplinario se vuelve necesario.

El aprendizaje práctico de la formación

El viaje presentado no solo se trata de la navegación; la formación práctica se lleva a cabo en cada maniobra, desde el amarre del barco hasta el manejo de estachas, donde se han visto algunas fallas menores que han causado el desdén de los mandos, con gritos que resuenan en el muelle. Este evento no es solo un reto, sino una experiencia que cimentará la camaradería y el sentido de unidad entre los nuevos marinos.

En un contexto donde lo cotidiano se vuelve extraordinario, la vida en el mar también comporta sacrificios. Después de una semana de aprovisionamiento y maniobras, la tripulación se preparará para tres semanas sin ver tierra, un concepto que para muchos representa no solo un desafío físico, sino también mental.

Rememorando la historia familiar

Es inevitable que estos jóvenes, sobre todo la futura reina de España, recuerden las aventuras de sus predecesores. Su padre, el rey Felipe VI, quien también vivió esta experiencia a los 18 años, se ha convertido en un referente tanto en su vida como en su rol futuro. Su visita a Las Palmas de Gran Canaria en 1987 incluía un menú tradicional que evocaría el carácter de su tierra natal: potaje de gofio y papas arrugadas, una vivencia que podría replicarse en las próximas semanas, aunque diferente en espíritu.

Conclusiones y futuro

Leonor Borbón Ortiz no solo se enfrenta a la intensidad de lo que significa ser parte de la Armada, sino que también está en un camino de autodescubrimiento que la llevará a lugares como Salvador de Bahía, Montevideo, y eventualmente a Nueva York. La travesía se entrelaza con la historia de su familia y con la tradición marinera de España, con miles de hombres y mujeres que han navegado bajo las mismas estrellas. Este crucero de instrucción no solo sirve como un rito de paso en su vida, sino que representa un legado que es tanto personal como nacional.

La vida en el mar, con todas sus paradojas, enseña que el aprendizaje va más allá de los libros y se encuentra en la travesía misma, en las decisiones tomadas bajo presión, en las noches estrelladas y en la lección de que, en el océano, así como en la vida, uno debe saber navegar tanto en las calmas como en las tormentas.